lunes, 4 de octubre de 2010

Yo conocí a Endry Cardeño cuando era hombre


Por: JAIME OROZCO "KAPERUZZA"



"Ojo de loca no se equivoca", y así fue la primera vez que vi a Endry Cardeño. Ese sexto sentido que tenemos los gays no me falló: sabía que él era distinto. Un amigo de Cúcuta me lo recomendó con el antecedente de ser un peluquero de buen nivel, que quería trabajar en la farándula y labrarse un camino en la capital de la República.

La primera vez que lo vi me pareció lindo. Era un muchacho imberbe de 15 años, recién graduado del colegio, vestido con bluyín, tenis, el pelo corto y una cara de provinciano que no podía con ella. Su sonrisa me llamó la atención porque era bonita y despierta, su voz era muy masculina y denotaba que era un adolescente ad portas de convertirse en todo un hombre (cosa que no ocurrió). Endry ya tenía gestos de gay, e incluso me contó que tenía un novio y ya no era virgen. Tenía un destino predeterminado, porque quería ser peluquero y era gay.

Me impresionó su contextura física. Era menudito, casi no tenía músculos y su armazón era femenina. En él no se esbozaba una espalda ancha, una piernas gruesas o unos brazos fornidos, eso lo afectaba para trabajar en una peluquería buena ya que en esa época eran pocos los gays que trabajaban en salones de belleza.

En Cúcuta Endry fue un niño al que sus toques femeninos le hicieron difícil su convivencia con los demás. En el colegio se dedicó a las danzas y el teatro. Su mamá siempre lo apoyó y hasta el día de hoy es una de sus grandes amigas. Con su hermano tiene una relación cordial pero distante y de su padre no conozco mayor cosa.

En alguna producción o trabajo de campo tuve la oportunidad de verle el pipí. Era como el de cualquiera, con un tamaño normal, con vello púbico desarrollado. Incluso lo vi orinar cuando orinaba de pie y en el baño de hombres. Pero siendo un macho ya se empezaba a maquillar como mujer y vivía preso en un cuerpo que a veces no sentía cómodo.

Me convertí en su gran consejero, lo acompañaba a comprar ropa de hombre que él mismo trataba de buscar, un poco unisex. Nunca llegué a escucharle que le gustaba una vieja y jamás se acostó con alguien del sexo opuesto.

A los 17 años decidió volverse un travesti. Se fue para Cúcuta y se ganó un reinado. Regresó a Bogotá, se ganó otro y empezó a presentar eventos de este género completamente maquillado y vestido como mujer. Luego, se cambiaba de nuevo y volvía a ser un hombre. Después se puso tetas y me sorprendió lo bonita que quedó. Sé de hombres heterosexuales que se han "estrellado" con ella y cuando descubren que es un hombre no les importa. La noche es mágica y ya entrados en gastos pasa lo que tiene que pasar y quedan felices con ella. O con él.

Ahora que ya es considerada toda una mujer y que gracias a su paso por la televisión, se ha convertido en un símbolo de todos aquellos travestis que no extrañan su etapa de hombre. Jamás ha pensado en cambiarse de sexo porque los travestis que lo hacen quedan desequilibrados emocionalmente y les cuesta superar el llamado "fantasma de hombre".

Laisa o Endry Cardeño, de las dos formas, jamás ha dejado de ser una gran persona, siempre echada para delante y muy profesional. La diferencia es que ahora entra al baño de mujeres y orina sentada.

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